No está claro qué hace que el café etíope sea tan único. Podemos rendir homenaje al terruño, a la diversidad genética de la flora y a los muchos cientos de mutaciones naturales que existen en el reino de los cafetos arábica en África. Quizás se deba a la culminación de cientos de pequeños lotes de café de jardín que se combinan para crear una mezcla de sabores, texturas y acidez. En el área de Guji, encontramos a los oromo que cultivan, recolectan, transportan y procesan las cerezas de café para finalmente brindarnos la complejidad y elegancia del café Guji.